Jesús: Permíteme conducirte a una abundante cosecha de amor llena de la interminable esperanza de mi Espíritu. Permíteme sentarte a la derecha de mi Padre para participar en la gloria venidera, cuando el cielo y la tierra se unan en un solo Espíritu, en un solo cuerpo.

Yo soy el cuerpo y la luz de todos los hombres que proclaman buscarme. Yo soy la cosecha celestial por la que la humanidad conocerá la gloria de mi amor en estos últimos días de batalla. Entonces, el cielo y la tierra sabrán que yo soy aquel que fue enviado a reunir los rebaños de la salvación y fue negado por el maligno y sus secuaces.

No temáis la gloria de la batalla venidera, porque dará a luz la gracia en mi victoria y terminarán los dolores de la humanidad. La gloria de mis hijos de la luz brillará en todo el universo como las gotas de sangre que derramé en la Cruz. Brillarán de alegría por haber tenido fe en mí y en mi victoria apasionada.

Sí, brillará la gloria de mi amor. Se elevará para dar nacimiento a una nueva nación de hombres, bajo Dios, en unión con la gracia.

Mi querido hijo, te pido que me ames para que puedas compartir mi victoria y vivir eternamente en la luz de mi Padre. Hay tantas almas que sufren y no están preparadas para recibirme a mí, la luz. No me reconocerán al morir y abandonarán sus corazones al maligno. La gracia se cumple en la tierra a través de la muerte. Un alma debe apreciar su vida para recibir la vida. Mantente en guardia contra el maligno que desea engañarte. Confía en nuestro amor.

Gregory: Madre, ¿estás conmigo?

María: Sí, así es, hija mía. Ahora es el momento de comenzar el camino de tu misión. Ahora es el momento de seguir a tu corazón en todos los deseos que mi hijo ha puesto dentro de él. Son tesoros de oro que esperan ser compartidos con los corazones de mi pueblo. Yo soy la gracia inmaculada, y te estoy llamando al trono del amor de mi hijo porque este es su deseo.

Jesús: Confía en mí. Cumpliré mi promesa de amor por ti y por mi pueblo. El Jardín se abrirá para todas las almas que hayan vivido para servir a mi voluntad. El cielo existirá sobre la tierra y la gloria de mi amor brillará en la noche pacífica por toda la eternidad.