Nuestro Señor dice: "Ven, hija mía, y deja que te acoja entre mis brazos de misericordia. Ven y permíteme sostenerte en la belleza de mi amor, buscando siempre mi perdón y mi esperanza, buscando siempre tener un corazón arrepentido como deseo esto para todos mis hijos."
Mi corazón engrandece, Señor, la gloria de tu misericordia, para que, especialmente en estos días de Cuaresma y a lo largo de toda mi vida, procure arrepentirme de todo, para recibir la alegría y el amor de tu perdón que restaura y redime el alma a la vida, a la vida nueva en ti".
"Hijo mío, que brille para siempre la gloria de nuestro amor y confía en mí, confía en todo lo que deseo darte. Recíbeme en tu esperanza y recíbeme en mi misericordia. Ven ahora y cantemos juntos una nueva canción de amor".