La visión de María continúa. Me alegro de la salvación del Señor y la proclamo a todas las almas, hermanos míos, su misericordia es eterna. Decir que por él no seré vencida, no seremos vencidos, hermanos míos.
Recibidle. Arrepentíos de ir ante él y ofrecerle vuestros corazones y dejar vuestros corazones a sus pies como hizo María Magdalena'.
"Oh hijo mío," Nuestra Señora dice ahora, "Ven a mí y deja que yo, tu madre, te abrace. Os amo y que la alegría de la belleza de la gloria de esta noche colme de amor vuestro corazón. Id ahora en amor por mis hijos y descansad en mi corazón.
El vestido blanco de doncella de Nuestra Señora, que era sencillo y humilde, ahora comienza a brillar con los diamantes brillantes que han aparecido en él, significando la transformación de la misericordia de Dios para su gloria de nuestras almas que brillan resplandecientes cuando permanecen puras, como es pura Nuestra Señora, la Inmaculada Concepción.
Nuestra Señora dice, "Ve ahora, hijo mío. Ve en la gloria de mi hijo y deja que su corazón cante su amor".
'Oh alma mía, corazón mío y luz mía, Señor mío, te amo. Alabado seas por siempre por tu misericordia".