'Padre, te doy gracias por el don de la vida en este día. Y por haber dormido toda la noche para despertar y ver el amanecer que ahora apenas ilumina el cielo. En el desnudo contraste entre las aguas y el universo eterno, puedo sentir tu presencia, Padre, en el Espíritu Santo que ahora se mueve por la tierra. Para producir vida y luz en las almas, para despertar los corazones de tus hijos para que reciban la paz a través de ti en este día'.
"Hijo mío," dice nuestro Padre, "Te amo. Y me complace sobremanera que hayas venido a mí y que me hayas permitido despertar tu corazón en el amor. Que hoy te acerque más a mi corazón.
Ofreceos todos, ofreceos como sacrificio y alegría a mi amor y a mi santa voluntad.
Sí, hijo mío, ven a mí y en mi gloria recibirás las bendiciones que glorificarán tu alma".
'Padre, te bendigo. Que seas bendecido por todo lo que has realizado para tus hijos en tu amor, donde podemos ver tu rostro en la belleza de la creación, en la belleza de todo lo que has creado, que es la vida'.