Ahora tengo una visión de María. Sigue llevando el mismo vestido blanco con encaje. Tiene las manos levantadas hacia el cielo, el rostro ligeramente inclinado hacia atrás, sin manto, y su hermosa cabellera, espesa y ondulada, le cae sobre los hombros. Está bellísima con los ojos cerrados, en estado de contemplación.
"¿Madre?
"Sí, hijo mío, deseo que me recibas cada día, para que nuestros corazones se unan en oración por tus hermanos y hermanas, por todos mis hijos del mundo que necesitan la pureza de las gracias de Dios para sostenerse.
Sí, que tu corazón sea conducido según las glorias de la voluntad de Dios".
'Madre, que camine siempre por el sendero de la luz en el amor de su corazón'.
"Entrega tu corazón a Jesús, hijo mío, y todo se cumplirá por su amor.
Te quiero".