'En las santas palabras de Dios nuestro Padre a Isaías en el capítulo 55, dice: "Inclina tu oído y ven a mí. Escucha para que viva tu alma". Padre, te doy gracias por esas palabras que nos guían a nosotros, tus hijos, para que podamos acercarnos a ti y escuchar ofreciéndonos cada día al Espíritu de tu palabra que renueva nuestra fe, nuestra fuerza y alegría en ti. Para que podamos vivir libres, libres de opresión, libres de miedos, desesperación y desesperanza. Para que vivamos libres también en el dolor, ofreciéndonos, unidos a tu corazón, al pie de la Cruz, para que experimentemos la alegría de conocerte y de confiar en ti, Padre querido".
"Hijo mío," Dios, nuestro Padre, dice ahora estas eternas palabras de luz, "Llama a todos mis hijos a la vida, una vida que deseo darles amándome, confiando en mí para llevarlos cada día a una fe más profunda.
Te amo, hijo mío y a todos mis hijos, y siempre estoy esperando con el corazón y los brazos abiertos del Padre para abrazarte.
Sí, hijo mío, me da alegría oír tu voz dentro de mi corazón. Búscame siempre en el amor".