"Hijo mío, dondequiera que te conduzca, permíteme hacerlo con alegría, con la alegría de saber que siempre estoy presente. Nunca te dejaré solo. Nunca te abandonaré.

Que tu vida sea un continuo sacrificio a la oración. Y en la oración, siempre me recibirás. Siempre recibirás la gloria de mi amor para guiarte".

'Mi Señor, el camino de tu amor es la paz'.

"La paz de mi misericordia, hijo mío, que permanece para siempre.

Sí, no esperabas esas palabras".

'Sí, mi Señor, vinieron de sorpresa'.

"Hijo mío, deseo siempre introducir el misterio de lo desconocido en los milagros de mi amor, para revelarme al corazón de los hombres y que encuentren en mí, tu Salvador, la paz, la alegría y el gozo.

Ven ahora, permíteme guiarte en la paz de mi amor y todo lo bueno de mi misericordia.

Hijo mío, cuando pienses en mí, piensa sólo en el amor. Piensa en mí, tu Salvador, que tanto te ama".