Nuestro Jesús se me aparece y le digo a la luz de su amor celestial: "Señor mío, te necesito. No puedo vivir sin ti. Tómame como quieras, pero no me dejes solo. Las batallas son demasiado grandes y te las ofrezco. Te las ofrezco a tu amor. Que tu santo amor me consuma y me lleves como deseas en paz y alegría y esperanza de caminar tras las huellas de tu luz'.
Jesús extiende su mano hacia mí con todos los dedos unidos y apuntando hacia mí, hacia mi corazón, "Hijo mío, lo quiero, lo deseo. Y que mi amor se cumpla dentro de tu corazón".
'Acógeme en tu amor y concédeme la paz y la alegría de tu descanso esta noche y te estoy agradecido ahora y también, antes de dormirme hace varias horas.
Te doy gracias por haber traído a mi madre para ese momento, para que me dijera: "Sigue adelante y no te rindas". Oí claramente su voz desde el cielo y la vi en tu amor. Que tu amor me guíe, Señor, con las manos de la que me dio a luz y a la que todavía amo y necesito tanto.
Como dijiste una vez, el amor es eterno y nunca nos separa el paso del alma a la vida.
Te amo, mi Señor, y te doy gracias. Sí, tómame, tómame en tu amor como deseas'.