Ahora estoy aquí en la plaza de San Pedro en la que nuestro Señor me ha pedido que ponga mis pies sobre la plaza. Y ahora estoy teniendo una visión de la misma tormenta de la visión de anoche. Una tormenta de viento, oscura y gris, rodeando y arremolinándose alrededor de la cúpula del Vaticano de la Iglesia de San Pedro.

Sobre él, como levitando en un profundo estado de sueño eterno, está el Papa Francisco, que en la visión ya ha fallecido. Y la Iglesia estará a la espera de que el próximo cardenal sea elegido como jefe de la Santa Sede, nuestro nuevo Papa en espera, aunque esto aún no ha ocurrido.

Nuestro Señor me pide ahora que rece por la curación del Papa Francisco y de la Santa Iglesia, por la unidad de la Iglesia. Y ahora rezo para que no haya más división como ha descrito San Juan Pablo II, para que haya curación, unidad y paz.

Y Jesús dice ahora, "Mi querida hija, te he traído aquí para que des testimonio de lo que sucederá en el futuro. Reza para que las tinieblas no dividan a mi iglesia y cualquier otra división de los cardenales, que se unan en sanación y paz según el poder del Espíritu Santo. Que en estos días eternos de Pentecostés, mis cardenales elegidos puedan elegir para la luz, un nuevo Papa, mi nuevo Pedro, que pastoreará y guiará a mi pueblo.

Sabed que estoy con vosotros y que os he traído aquí para que esto se cumpla en mi nombre. Para que las tinieblas no venzan desde dentro, para que mi iglesia siga siendo eternamente una luz para mi pueblo.

Te amo, hijo mío, y te doy las gracias por estar aquí presente. Y que la gloria de mi sacrificio y de mi santa y Preciosa Sangre sea derramada sobre mi iglesia, sobre el cuerpo de todas las almas, el cuerpo de mi iglesia y de aquellos que han elegido amarme. Convoco una Fiesta del Amor para que mi iglesia se una en su gloria por el cumplimiento de mi pasión, muerte y resurrección, y el poder del Espíritu Santo siga guiándola."

Ahora estoy teniendo una visión de una paloma que aparece sobre el cuerpo Papa Francisco y la luz brillando desde dentro de su corazón.

"Que reine la paz en el seno de mi Santa Iglesia. Y donde haya división, que haya unidad para gloria mía, gloria de mi amor y gloria de mis hijos necesitados de la esperanza de mi misericordia en todo el mundo."

Señor, he venido como deseabas. Que se cumpla para tu gloria. No conozco el misterio de que todo lo realizas para gloria y belleza de tu voluntad y amor de tu sacrificio por tu pueblo, por los que sufren y necesitan esperanza: los pobres, los enfermos, los moribundos, los oprimidos.

Dales tu luz y tu amor, y que tu misericordia se derrame sobre el mundo entero'.

Ahora estoy teniendo una visión de llamas consumiendo la Basílica de San Pedro, es la llama del amor divino de Dios, del fuego de su amor divino llenando y consumiendo nuestra Santa Iglesia en este momento.

Y Jesús, nuestro Señor de la misericordia, está saliendo de las llamas desde el interior de la puerta central hacia el patio con las manos levantadas al cielo, diciendo, "Que se haga según la voluntad de mi Padre. Y que las llamas de mi divino amor y misericordia enciendan un fuego que se extienda por todo mi cuerpo por la libertad y la liberación de toda oscuridad, y que la pureza y la transformación de mi resurrección cumplan este milagro de amor por mi pueblo."