"Mi hijo".

'Señor mío, muéstrame el camino, dime qué quieres que haga'.

"Búscame con todo tu corazón y ámame con toda tu alma. Abre tus ojos para verme y sigue mi camino".

Señor, la alegría que me das es mi fuerza y mi renovación, mi esperanza. Te necesito. No puedo vivir sin ti y no quiero hacerlo. Ayúdame. Concédeme la paz en el lugar donde vivo ahora con mi hermano y mi hermana, buscando reconstruir una nueva forma de vida'.

"Hijo mío, te mostraré el camino y lo reconstruiré para ti. Tu alegría nunca estuvo verdaderamente en lo material de donde estabas, en la belleza de tu hogar, de la isla donde vivías. Estaba en la alegría de verme en todas las cosas, hijo mío. Estaba en la alegría de las bendiciones que te daba cada día y en cómo vivías para cumplir esos días".

'Mi Señor, he conocido al más rico de los hombres, pero mis días han sido colmados con las riquezas de nuestro Padre y ninguna riqueza en este mundo puede exceder eso'.

"Hijo mío, quiero que empieces a vivir de nuevo. Sí, no sólo viniendo a mí para recibirme donde yo pueda ser tu verdadero santuario, sino a través de eso viviendo tu verdadera vida. No puedes sólo recibirme, hijo mío, si no vas a vivir a través de mí. Tu alma perecerá en la oscuridad, en la tristeza y la desesperación, sin la vida de mi Espíritu. ¿Comprendes?

Sí, mi Señor. Me llamas no sólo a recibirte y a que seas mi santuario, sino a que tu santuario no sea una cárcel, sino que sea vida. Y tú viniste a liberar a los cautivos y nosotros estamos destinados a vivir la plenitud y la bondad de la vida cada día. Has despertado mi alma una vez más, mi Señor, como en cada momento y cada palabra que dices.

Tú has iluminado mi corazón esta mañana y te doy gracias. Te doy gracias por todas las bendiciones de mi vida y por las que recibiré hoy y mañana. Te doy gracias ahora, de antemano, para que pueda vivir en un estado de gratitud y amor hacia ti'.