JESÚS: Yo soy la luz del amor eterno que siempre está contigo. Ven y toma mi mano. Permite que el amor de mi precioso cuerpo fluya a través de ti.

GREGORY: Tengo una visión de Jesús. Está de pie frente a mí, con las manos extendidas y sus heridas. Su cuerpo ha sido transformado por la resurrección. Su piel parece brillar con un tono marrón claro. Sus heridas aún parecen tiernas, mientras las extiende para que yo las vea específicamente.

Oh Jesús mío, mira lo que te hemos hecho.

JESÚS: Mi querida hija, fue mi alegría. Ahora he resucitado y la gloria de mi amor brillará para siempre para salvar a los pecadores. Deseo que todas las almas abran sus corazones a la luz eterna de mi pasión por salvarlas.

Es a través de mi perdón que el amor reina para salvar a los pecadores en mi misericordia. Es mi misericordia la que libera al alma para que renazca de nuevo en el misterio de mi amor. Mi amor es un regalo para todas las almas que desean correr hacia mí y pedir ser perdonadas.

¿Confías en mi misericordia?

GREGORY: Sí, Jesús.

JESÚS: Entonces has sido perdonado. Confía sólo en mí. No desprecies mi amor. Deseo conducirte a mi corazón. Ahora estás cansada y debes descansar. Has estado con mis hijos para ayudarles, pero ahora te llamo para que estés conmigo, para que me ames y permitas que te abrace. Ven, ven ahora y busca el corazón de mi pasión por amarte. Ven, ven ahora y deja que mi abrazo nos una en la esperanza de mi venida. Busca siempre confiar en mí, tu eterno Salvador de amor.

GREGORY: Jesús, contigo no hay imposibles. Tú eres la luz eterna que brilla en las tinieblas. Si mañana tengo que hablar a tus hijos, ¿qué les diré?

JESÚS: Deseo que compartáis acerca de mi pasión y de cómo sigue teniendo sentido, incluso en este tiempo después de la Cuaresma, cuando resucito. Tantas almas entran en la fiesta de Pascua con alegría, la alegría de ser renovados por mi resurrección, pero pronto olvidan que es mi amor el que cura a través del perdón de los pecados.

GREGORY: Jesús, no lo entiendo del todo.

JESÚS: Sí, es mi amor el que cura y son tan pocas las almas que acuden al gozo de mi misericordia viva para que las cure diariamente. Deseo elevar a todas las almas en mi misericordia, pero mi misericordia está olvidada. Es como si una gota de mi sangre no cayera de mi cuerpo para ungir la tierra y hacer de ella un terreno fértil para que las almas me amen.

Gregorio, quiero que todas las almas me amen. Esta es mi esperanza, la esperanza del Salvador. Si quieres seguirme, debes hacerlo con cada gramo de tu amor. Ningún alma puede estar dividida y seguirme de verdad. Las almas se dividen cuando no confían en mi misericordia. Mi misericordia es gratuita. Todo lo que uno debe hacer es pedir. El alma que se vuelve y abre su corazón a mi misericordia diariamente será recibida entre mis brazos en el paraíso. Mi misericordia los llevará allí en un vuelo de amor eterno.

¿Me quieres?

GREGORY: Sabes que sí.

JESÚS: Entonces ven a mí. Ámame siempre. Amor, amor, amor.

GREGORY: Sí, Jesús, te amo. Nunca dejaré de amarte. Cómo no amar al Príncipe de la Paz, pues te sacrificaste para concedernos la misericordia de tu salvación, y rezo para que todas las almas lleguen a amarte.

Tengo la visión de un campo de rosas amontonadas. Son de todos los colores. Son las almas colmadas por la gracia en todo el mundo. El amor que siento por esta visión es inmenso.

Jesús, a menudo soy débil y siempre necesito tu amor para sostenerme. Hay tantas responsabilidades de las que ocuparse en la preparación de cada misión, pero tú siempre haces el camino. Durante la misión, las almas necesitan tu amor, que yo doy con alegría, pero también te necesito a ti y al silencio para reponerme. Hoy buscaré ese silencio yendo a mi pequeño santuario aquí en la República Dominicana.

JESÚS: Deja que mi amor te llene ahora y estate en paz. Necesitas descansar.

GREGORY: ¿Y descansarás siempre conmigo?

JESÚS: Yo soy tu descanso.