'Oh santa luz que brillas ante mí...'
Ahora tengo una visión de Jesús, de nuestro Cristo resucitado, que desciende del cielo en una nube de luz.
Sí, es Jesús resucitado y su amor, eterno y bueno, perdura para siempre.
Jesús dice ahora, con los brazos extendidos al cielo levantados por la gloria del amor de Dios, nuestro Padre, "Hijo mío, ven a mí. Ven a mí y en la gloria de esta noche, en la que has soportado muchas batallas, sé colmado por las gracias que deseo darte en la santa misericordia de mi amor.
Sí, hijo mío, alégrate, alégrate porque estoy presente. Y reza con gran compasión por aquellos que han perdido sus hogares y su sustento a causa de los incendios propagados por las manos del mal que ahora se disfrazará."
Sí, mi Señor. Te ruego ahora que los consueles con tu misericordia y les concedas el don de tu amor para que los sostenga cada día y sea su fuerza. Que la justicia se cumpla por tus manos de misericordia. Que, por tu sacrificio en la Santa Cruz, mi patria se una para devolver tu bondad, tu luz y tu vida a los más necesitados.
Y que seamos luz para otros países en la unidad de tu amor".
"Búscame sólo a mí, hijo mío, y regocíjate en mi gloria, sin permitir que nada te desanime. Pero que en todo se cumpla tu esperanza por medio de la oración.
Descansa ahora, descansa y recibe las gracias dentro de tu corazón que deseo ofrecerte este día.
Quédate tranquilo, hijo mío, porque no estás solo y nunca te abandonaré".