"Hijo mío, tienes mi corazón y mi palabra, que viven y respiran dentro de ti por el poder de mi Espíritu. ¿Qué más puedes desear? Alégrate ahora. Alégrate y que la alegría de mi Espíritu te llene de paz. Reza por la paz y la alegría cada día".
Sí, Señor mío, te pido la paz y la alegría de tu santa misericordia para redimirme. Que la gloria de tu amor cante para siempre en mi corazón. Y que cada palabra que pronunciemos, como tú has dicho, sea como una semilla de oro depositada en el corazón de tus hijos de todo el mundo.
Arrepentíos, arrepentíos en el nombre de Dios y volved vuestros corazones a su amorosa misericordia.
Te amo, mi Señor. Te amo. Tómame como deseas, según la gloria de tu santa voluntad. Que yo cumpla hoy tu voluntad y camine con paz y alegría por los corazones de tus hijos'.