Nuestro Señor dice ahora, "Mi querido hijo, que las eternas estrellas de la noche que ahora sientes en tu corazón brillen en ti, para que broten las flores de mi amor eterno. Que brote la esperanza de mi misericordia para las almas a las que te he llamado para la redención de mis hijos por mi santa mano de gracia y única gracia que te guiará.

Como el sacerdote te expresó el lunes, reza para convertirte en santo, para convertirte en un santo de mi amor, hijo mío, puro y verdadero de mi corazón, un santo al ser santificado por todo lo que deseo darte para los demás en preparación para la redención de mi Segunda Venida, al pedir, como te pido ahora, que llames a tus hermanos y hermanas a arrepentirse por el camino de la luz.

La victoria de la luz en la batalla final entre el bien y el mal que tendrá lugar está cerca".

'Te amo, te amo, mi Señor. No podría vivir sin ti.

¿Qué voy a hacer con todas las almas que me has traído últimamente?".

"Ámalos con todo tu corazón. Ámalos dentro de mi corazón. Y alegraos, alegraos, porque yo estoy con vosotros. El cielo y la tierra se unirán un día para gloria del reino venidero. Que brille para siempre la luz eterna de mi amor.

Ven ahora, ven a mis brazos".

Nuestro Señor se presenta ahora ante mí. Él dice, "Ven ahora, ven ahora, hijo mío y te consumiré en mi santa misericordia por amor a mis hijos. Yo también necesito amor y te amo".

Jesús, necesito tu amor. Tómame como deseas. Úsame hoy según tu voluntad. Que tu corazón y tu alma sean glorificados. Que cada palabra que diga traiga la verdad a los corazones de tus hijos. Tómame como quieras. Iré, Señor, adonde tú me guíes".