En este primer viernes de Cuaresma tengo una visión de Nuestro Señor. Aparece ante mí en su Santa Cruz sufriendo, su cuerpo magullado, sangrante y roto por el peso de nuestros pecados.

Señor mío, ¿cómo puede un alma comprender tu amor, el amor de tu sacrificio?

dice ahora Jesús, levantando la cabeza, "Mi querido hijo, amo a todos mis hijos y los llamo a amarme como a su Salvador, que desea salvarlos de la opresión de las tinieblas y de todo pecado, para que vivan en la luz de la alegría de mi amor."

Mi Señor.

"Hijo mío, ve y da mucho fruto unido a mí, a mi corazón sufriente en la Cruz, por tus hermanos y hermanas para dar esperanza a los más necesitados de mi misericordia, llamándoles a confiar en mi amor. Ve y habla de mi amor a mis hijos".

Espíritu Santo, despierta mi corazón y mi alma porque sin nuestro Señor no puedo hacer nada, sin ti, oh Espíritu, para guiarme en el amor de nuestro Padre. Padre, te ruego que me ayudes a buscar cada día la plenitud de tu amor y de tu misericordia para despertar mi corazón y poder vivir plena y abundantemente en la alegría y la paz por ti, Padre, que nos concediste el don del sacrificio de tu Hijo, nuestro Príncipe de la Paz'.