"Te amo, hijo mío, y yo, tu madre, estoy contigo. Que la misericordia de la Cruz de mi hijo te guíe en la esperanza".

'Madre, revélame lo que deseas que yo cumpla. Revélame las glorias eternas del corazón de tu hijo, de su amor misericordioso'.

"Ven y toma mi mano, hijo mío, y déjame guiarte en la alegría de la misericordia de mi hijo. Dame tu mano y caminaré contigo. Hijo mío, siempre estoy contigo".

Ahora tengo una visión de Nuestra Señora. Ella está de pie sobre un camino fértil. Es el camino de la santa fe. Y Ella aparece con la mano extendida para que yo la tome y me deje guiar por Ella.

'Madre, que pueda caminar por la senda de la bondad y la luz de tu hijo para ser, como dijo Jesús, una luz de amor para los demás'.

"Sí, hijo mío, ven, toma mi mano y no temas. Mi corazón clama por ti para que la misericordia de mi hijo se derrame sobre ti, para que te eleve cada día a la luz de su amor eterno y santo."

'Sí, madre, no puedo vivir sin ti ni sin Jesús'.

"Hijo mío, Satanás, el enemigo de Dios y de la luz, desea introducir el miedo en tu corazón. Pero sé fuerte y ten valor, sí, valor lleno de bondad. Descansa ahora. Recibe la alegría eterna de la luz de Jesús, que está presente conmigo y descansa.

Alégrate, sí, te da gran alegría cuando digo estas palabras. Alégrate porque su amor y mi amor son buenos.

No tengas miedo, hijo mío, sino continúa en el camino de la misericordia. No tienes que acudir a los demás. Ellos vendrán a ti con sus necesidades. Hazte presente y sé amigo de Jesús para tus hermanos y hermanas.

Sí, sé amigo de Jesús en su amor".