'Sí, Señor mío, ilumina mi alma con el Espíritu de tu gloria'.
Ahora tengo una visión de hombres. Están luchando en la guerra y hay destrucción en toda la tierra.
Y nuestro Señor dice ahora, "Mi querido hijo, las guerras no terminarán hasta que la humanidad comprenda la verdad de la ley y la promulgue dentro de sus corazones: amar al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo, vivir la ley del amor desde dentro de sus corazones.
Primero, debo cambiar los corazones de los hombres y al hacerlo recibirán paz en mi amor para no sólo honrarme a mí sino para adorar el corazón de mi Padre y al hacerlo amar a los demás.
Oh, el orgullo de la humanidad y de aquellos que no entienden y están ciegos en sus decisiones y en su orgullo para rechazarme por la mano de las tinieblas, por la mano de Satanás, que desea destruir la vida, crear conflictos y divisiones, y traer la guerra dentro de los corazones de mis hijos. Porque todo comienza en el corazón.
Escucha mi grito de misericordia y ruega por la redención del mundo y el fin de todas las guerras. Ofrece esta intención en la Sagrada Eucaristía cuando comulgues y te consumas por mi amor."