"Hijo mío, ven a mí".

Ahora tengo una visión de Jesús. Él está sosteniendo el Cordero de Dios que es puro y verdadero para todos los hombres que desean vivir en la fe de la misericordia de Dios.

'Oh cordero eterno, consúmeme con tu amor'.

Jesús dice ahora, mientras las heridas espirituales de los estigmas aparecen entre mis manos, "Deseo unirte siempre estrechamente a mí en mi amor. Deseo unirte en mi misericordia y en mi esperanza a mi corazón".

Jesús, en Mateo 6, dijiste: "Cuando ores, entra en tu habitación. Y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público." Señor mío, vengo a ti, al lugar secreto del Altísimo, para buscar tu corazón y decirte: que reine en mí tu alegría. Y que cantes en mi corazón una nueva canción de amor".

"Hijo mío, deseo amarte a ti y a todos mis hijos. Pero tan pocos desean venir a mí, entrar en la habitación del lugar secreto, cerrar la puerta al mundo y buscarme sólo en el Espíritu y en el amor.

Deja que tu corazón esté en paz. Deja que tu corazón esté en paz, porque mi corazón está contigo y mi corazón te ama. Aparezco con el cordero, como el cordero, para que mi sacrificio se cumpla dentro de tu corazón, sea completo dentro de ti. Buscando mi misericordia, permíteme abrazarte ahora, hijo mío, porque te amo y nunca te abandonaré."

Gracias, Señor mío, por amarme. Tómame como deseas y guíame en tu misericordia. Y que estas palabras se cumplan un día en el corazón de tus hijos en tu llamada a recibir tu amor misericordioso'.