Nuestra Señora dice, "Mi querido hijo, tú verás la gloria de mi hijo. Serás testigo de la gloria de su Segunda Venida, cuando el cielo y la tierra se regocijen en el cumplimiento de la unificación del cielo y la tierra, y la Nueva Jerusalén se levante para la gloria eterna de Dios.
Y como está prometido, no habrá más pena, ni dolor, ni muerte, ni pecado, sólo vida a través de la luz eterna de Jesús que brillará resplandeciente en todo el universo para siempre.
Mi corazón espera este día en oración a los pies del trono de Dios, nuestro Padre, intercediendo siempre por el perdón, la conversión y la redención de mis hijos.
Te amo, hijo mío. Ha llegado el momento de cumplir tu misión y tu llamada llamando siempre a las almas al arrepentimiento y preparándolas para su Segunda Venida de amor. Esta es tu misión y este es tu llamado por el corazón y la mano de Dios nuestro Padre que te ungirá diariamente."
'Madre, te pido la humildad de caminar en el amor y sólo en el amor a Dios, a mis hermanos y hermanas. Tómame como quieras, Señor, y guíame en tu misericordia'.