"Hijo mío, canta una nueva alegría de amor por mis hijos. Canta una nueva canción de alegría para Dios, tu creador".

Sí, madre.

María se me aparece ahora. Está vestida de blanco como una sencilla doncella en su humildad y gracia, sosteniendo primero la paloma del Espíritu Santo, que luego se transforma en un pajarito amarillo, un pájaro tan dulce, gorjeando en la gloria del amor de Dios.

"Hijo mío, ¿recuerdas la visión y el mensaje de Jesús de hace muchos años de que tu vida sería como este pajarito amarillo en una ramita en la ladera de una montaña? Y Jesús te dijo que levantaría tus alas como este pajarito para que volaras en su amor a muchos lugares, a mucha gente, pero que luego volverías a la ladera de la montaña."

"Sí, mi madre".

Ahora hay un solo pájaro cantando, gorjeando en señal de confirmación de esta visión.

A veces la ramita está sola, pero sé que es fuerte y es el cimiento de la fe desde donde volaré.

'Así, Señor, tómame como quieras y condúceme en el gozo de la misericordia de tu amor'.