Fortaléceme.
Señor mío, mi corazón clama a ti. Libérame, libérame, de las muchas ataduras que ahora me retienen de la libertad de tu amor. Libérame. Libera mi alma, Señor de la luz, y que la misericordia del cielo se derrame en mí.
Sí, hazme valiente en tu amor mediante el poder del Espíritu Santo, porque soy tímido y débil en muchos aspectos. Fortaléceme.
Hermanos y hermanas míos, he afrontado muchas batallas por la gloria de la fe, como todos nosotros. No me considero nada especial. ¿Cómo podría, siendo débil y pecador, presentarme cada día ante Dios desnudo en su amor?
Lo que quiero decir: levántate conmigo y deja que Dios nos libere en la luz de su amor.
Oh Señor mío, llévame. Iré adonde tú me guíes. Ayúdame con los primeros pasos a caminar de nuevo, a dejar la comodidad y la paz de donde estoy, para ser instrumento de paz, aun en la incomodidad de sufrir por las necesidades de los demás, pues no hay amor más grande que el que tú dijiste: dar la vida por los hermanos.
Oh Señor mío, si tú estás con nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros? Que yo viva en tu presencia, en la presencia de tu luz, en la presencia de tu luz para siempre. Y como me dijo una vez un Nuncio: 'Mi mayor deseo es habitar en la casa del Señor para siempre'. Que sea bendito por haberme recibido hace tantos años y que mi única misión en la vida ahora, y de ahora en adelante para siempre, sea vivir, difundir tu Palabra, la Palabra de Dios, y que evangelice la luz desde dentro de mi corazón.
Y yo te echo fuera, Satanás, en el nombre de Jesús, ya que estás delante de mí, no tienes lugar aquí. Huye, enemigo de Dios, porque yo te resisto.
Cúbreme con tu Preciosa Sangre, Señor, y llévame a nuevas alturas en tu amor'.