Jesús dice ahora, "Mi querido hijo, déjame aumentarte en Espíritu y llevarte a nuevas alturas de amor en mi misericordia por todas las almas necesitadas.

Deja que tu voz cante y que cante con esperanza por mis hijos para que sepan que soy un Dios compasivo y Salvador. Y soy un Dios de verdad y esperanza para guiar sus corazones en paz y confianza en mí.

Te quiero, mi querida niña. Ven ahora y déjame abrazarte".

Ahora tengo la visión de Jesús ante mí con los brazos abiertos, sonriendo. Una luz dorada del cielo brilla sobre él, y yo entro en sus brazos para llenarme de esta luz.