Madre mía, una vez dijiste que estamos llamados a ser santos del amor de Dios y que nunca debemos olvidar nuestra llamada a la santidad. Quiero ser santo, no de nombre, sino en espíritu por tu amor. Rezo para recordar esta llamada cada día, porque soy indigno. Jesús ha dicho que ninguno de nosotros es digno, pero somos llamados por él'.
"Hijo mío, abre tu corazón al misterio del amor de Dios que hay en ti, porque puedes realizar este deseo en el amor a Dios, tal como te ha llamado en su misericordia.
Sí, mantente firme y verdadero en la elocuencia y la luz de la fe, para caminar con dignidad y esperanza como hijo de Dios y de la gracia.
Sí, mantente en la dignidad eterna de caminar en la luz".
'Amo a tu madre. Que me lleves de tu mano y me conduzcas por la misericordia de tu hijo a caminar por la senda de su luz'.