Nuestro Señor y Salvador dice, "Mi querido hijo, que la luz eterna de mi amor llene tu alma de paz esta noche".
'Señor mío, te amo y no podría vivir sin ti'.
Jesús continúa, "Hijo mío, dame tu corazón, dale tu corazón a la esperanza de mi amor. No tengas miedo y no mires al pasado. No intentabas ayudarte sólo a ti mismo, sino también a tu hermano y a tu hermana. Y aunque hiciste todo lo que pudiste, en el momento final, no fue de la mano de nuestro Padre.
Alégrate, alégrate y ofréceme tu amor. Alégrate, alégrate, en el Señor en la belleza de la noche".
'Llamaste a mi alma, susurraste dentro de mi corazón, a través de la oscuridad, para traer luz'.
Jesús responde, "Sí, mi querida niña, no permitas que el miedo te extravíe, pues el enemigo intenta confundirte, pero ahora estás en mis manos esta noche y yo te guiaré en el amor.
Sí, déjame hablar a tu alma. Quédate quieto, tranquilo, y sabe que yo soy Dios, tu Salvador. Deja que tu corazón cante la luz de mi gloria".