En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ahora tengo una visión de la Virgen. Está vestida de blanco y camina por un camino fértil, ligeramente cuesta arriba y cubierto de grandes rocas. Lleva una cruz de madera de unos 2 a 2,6 metros de altura. El peso no le pesa, lo lleva como una pluma por su gracia y su amor por toda la humanidad.

La visión comenzó durante la noche y permanece. Está sudando y suaves lágrimas de sangre brotan de sus ojos, tan azules y puros que el contraste despierta.

Ahora dice, "Mi querido hijo, llevo esta Cruz en el nombre de mi hijo, Jesús, por toda la humanidad porque se han olvidado de amar al Señor su Dios con todo su corazón. Y tantos han elegido vivir ciegamente en la oscuridad del pecado, eligiendo a Satanás, no a Dios, eligiendo la oscuridad y no vivir en la alegría y la verdad de la luz que purifica el alma cada día."

Incluso en su dolor, es hermosa. Y continúa diciendo, "Iré delante de ti para que anuncies un día de arrepentimiento en el que sigas llamando a todas las almas a arrepentirse mediante la unidad de la oración al corazón de mi hijo y seas una voz para los corazones de los demás.

No te canses en tus esfuerzos, mi querido hijo, volviendo cada día tu corazón a Dios en su gran compasión y misericordia por sus hijos. Yo estoy siempre presente, porque los amo y llevo esta Cruz por ellos para interceder por la victoria de una fe más profunda en sus corazones, las conversiones y la paz en todo el mundo.

Que tu corazón cante de amor, hija mía, y de esta visión para que me sigas y la Cruz vaya siempre delante de ti."