"Hijo mío, ven, déjame tomarte. Déjame consumirte en mi amor".
Ahora tengo una visión del Espíritu Santo en forma de paloma que desciende del cielo en vuelo, en un cielo tan puro y azul como el cristal. Sus alas se mueven suave y abiertamente, y puedo sentir su presencia.
Sí, tómame, mi Señor, como deseas. Y te pido consuelo, misericordia y curación para los que han sufrido la pérdida y el fallecimiento de sus seres queridos. Que derrames tu misericordia sobre ellos en la Preciosa Sangre y les des consuelo y paz'.
Sí, tómame como desees.
"Hijo mío," dice nuestro Señor, "Yo estoy contigo y deseo que te muevas, que camines en el Espíritu de mi amor.
Has sido probado, y te agradezco que vengas a mí en busca de la gloria de mi consuelo y de mi amor. Quédate tranquilo y en paz. Confía en mi misericordia y en mi Espíritu Santo para que te llenen de fuerza, la fuerza de mis gracias y bendiciones para sostenerte, para guiarte al volver tu corazón hacia mí, hijo mío.
Sí, vuelve tu corazón hacia mí y yo te guiaré.
Sí, te guiaré en mi amor. Ven ahora y toma mi mano".
Tengo la visión de un campo glorioso, amplio y abierto. Y tomo la mano de nuestro Señor, que está presente.