Ahora estoy en misión en la República Dominicana rezando ante la Sagrada Eucaristía, donde Jesús descansa en el sagrario, la santa casa de su Precioso Cuerpo de amor.
María aparece ahora como una figura de color blanco, su ser enteramente puro como la Inmaculada Concepción. Pone su mano sobre el tabernáculo de Nuestro Señor.
Y ahora, dice, "Hijo mío, estoy siempre contigo, mientras descansas en su presencia en la Sagrada Eucaristía, para llevar la paz a toda la humanidad, para llevar la paz a los que te buscan y están necesitados de tu amor, hijo mío. Proclamo su gloria como tu madre para interceder por mis hijos que necesitan su curación, su misericordia y su perdón.
Venid ahora, hijos míos, y buscad a Jesús con todo vuestro corazón. No temáis. No temáis, porque Él está con vosotros.
Y yo, tu madre, nunca te abandonaré".