"Hijo mío, cuanto más me recibes en mi Santa Eucaristía, más me permites consumirte en mi amor.
Uniré mi corazón al tuyo para darte más valor y fuerza para levantarte cada día con esperanza y permanecer en mi gloria cumpliendo todo lo que deseo. Y que según mi voluntad, sientas y creas que nada es imposible para mí, que todo lo puedes por mí, porque yo soy tu fuerza, tu sabiduría y tu luz.
Reza para que mi Espíritu Santo entre en ti y vuele con alas de esperanza por los corazones de mis hijos".
Sí, Señor mío. Te ruego ahora, oh querido y Santo Espíritu, que me consumas, que impregnes mi ser con tu amor. Que nada te sea imposible a través de mí al romper las ataduras de mis limitaciones humanas, para moverme, respirar y actuar con gran amor.
Alabado seas Dios; alabado seas por tu misericordia. Alabado seas por tu amor y por tu sacrificio. Te alabo por la esperanza y la alegría que me das'.
Jesús dice ahora, "Alégrate, alégrate, hijo mío, y canta una nueva canción de esperanza para mi pueblo".