'Madre, estoy aquí esperándote'.

La Virgen responde, "Hijo mío, es bueno que hayas venido a mí y que la gloria de la noche que brilla resplandeciente ante el sol naciente traiga siempre tu corazón a mí en la belleza del silencio".

Te quiero.

La madre continúa, "Sí, hijo mío, te quiero. Yo, tu madre, estoy contigo. Deja que tu corazón esté en paz y confía, siempre, en la misericordia de mi hijo Jesús.

Sí, ven a nosotros en la gloria de la noche a través de la oración y abre tu corazón cada día a la misericordia amorosa y compasiva de Jesús, que tanto te ama y desea que todos sus hijos estén entre sus brazos.

Sí, mi hijo es bueno y compasivo. Es el Salvador y quiere que todos sus hijos sean redimidos por el amor de su Santa Cruz. Yo te espero siempre, como él te espera siempre, con amor para recibirte. Ofrece tu corazón a Jesús cada día y deja que la alegría de su misericordia fluya a través de ti, para renovar tu corazón en la santa y verdadera alegría de su amor, permaneciendo en la luz de la Santísima Trinidad, la luz de Dios, tres como uno para ungir tu alma.

Sí, mi querido hijo, recibe la alegría de Jesús en tu corazón.

Te quiero y siempre estoy contigo".