Ahora vuelvo a tener una visión de la Virgen, que me ha estado llamando al balcón exterior del jardín de la casa del sacerdote Padre Tony, con quien me estoy quedando en la República Dominicana. Se me aparece vestida de blanco, como una doncella del campo. Su piel es morena, el color de la gente de aquí que es tan hermosa.

Nuestra Señora de la Victoria y Nuestra Señora de la Cruz, que intercede en la batalla entre el bien y el mal, para que nosotros, hijos de Dios, recibamos el don de la salvación de su Hijo.

Nunca he presenciado una visión así, que ahora dice, "Hijo mío, he venido a protegerte en nombre de mi hijo Jesús, de aquellos que desean hacerte daño. Estoy ante ti con el poder de la Santa Cruz para guiarte.

Continúa tu camino, hijo mío, en el amor a mi hijo y a los demás. Déjame guiarte, hijo mío, en la gloria de la luz. No dejes que tu corazón se desanime o tenga miedo. Sino que sepas y confíes en que Dios está contigo.

Satanás siempre desea destruir los corazones y las almas de mis hijos, robarles sus gracias y bendiciones. Pero yo, su madre, soy amor para todos sus hijos. Y mi esperanza es que puedan confiar en Jesús de una manera más grande".