En Proverbios 3 dice: "Confía en el Señor de todo corazón y no te fíes de tu propia perspicacia. Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas".

Señor mío y amor mío, todos los caminos de la vida conducían a ti, conducían en la gloria eterna de la oración. Conducían en la esperanza de ti, pues tú eres el camino de la esperanza, de la verdad, de la vida. Oh Señor mío y amor mío, que me llenen las aguas de tu compasiva misericordia para que sea compasivo y amoroso con todos. Nada quiero sino amarte. Éste es el único camino verdadero de la vida".

"Hijo mío, sí, búscame con todo tu corazón".

Ahora tengo una visión de Jesús como el Buen Pastor del amor. Su manto es de lana de cordero, tan blanco y puro, suave en misericordia. Me tiende la mano y a su derecha está el Cordero de Dios. Jesús aparece como el Hombre-Dios, divino y humano en su ser, así como el cordero eterno del sacrificio en preparación para la Cuaresma y su pasión que pronto vendrá.

'Oh santo y eterno pastor, guíame como deseas'.

"Hijo mío, me aparezco ahora como tu Buen Pastor para decirte, déjame guiarte, ven, sígueme en mi gloria en mi gloriosa esperanza para toda la humanidad".

Sí, Señor mío, descansaré en ti. Rezo para ser instrumento de tu paz y caminar en santa paz para los demás.

Señor, me entusiasmo tanto, me emociono de verdad con anticipación en toda la belleza de tus palabras para los corazones de tus hijos y los milagros de tu presencia que presencio, no de mí, sino de ti.

Nunca quiero parecer demasiado entusiasta u orgulloso. Porque si es orgullo, entonces quítamelo. Pero si es de verdadera alegría en la humildad de servirte, entonces que esa alegría abunde para ser luz para los demás. Oh santo pastor, tú eres la fuente de toda alegría y eres un alegre salvador'.

"Ven, hijo mío, y deja que te lleve como deseo. Tu Buen Pastor de amor siempre está esperando".