Madre.
"Sí, hijo mío, he venido a ti en la alegría de mi amor por tu corazón, en la alegría de Jesús. Y te he traído estas rosas de amor, gracias del cielo para que tu corazón se realice en él."
Ahora tengo una visión de la Virgen. Ella sostiene un gran ramo de rosas rojas y rosas, un gran ramo del amor de Dios. Las rosas rojas simbolizan la belleza de la pasión de Nuestro Señor y las rosas, la alegría.
Ahora dice, "Hijo mío, lo más importante que puedes hacer según la voluntad de Dios es recibirnos, recibir el corazón de mi hijo Jesús y de la Santísima Trinidad. Que tu corazón se llene de alegría y de la misericordia del amor de Dios, de la misericordia de su fuerza. Recibe estas rosas en tu corazón, porque al recibirnos, conocerás cada día la voluntad de Dios."
Sí, madre.
"Hijo mío, has dado mucho de tu corazón. No te preocupes, pues es importante descansar y retirarse en la santidad de la oración. Incluso mi hijo Jesús lo hizo así con nuestro Padre, pues comprendió la necesidad de recibir su amor. Y a medida que recibas, seguirás dando.
Sí, te he traído estas rosas de amor del cielo para renovar y refrescar tu corazón con la alegría del amor de nuestro Padre. Con cada palabra que pronuncio, tu corazón se une a las almas del cielo y de la tierra. Entrega cada día tu corazón al amor de nuestro Padre.
No te preocupes por los pensamientos de los demás. Esta es la respuesta a tu oración y a la intercesión que pediste ayer. Porque al hacerlo, tu gozo será completo sólo en Dios.
Hijo mío, no has hecho nada malo. Y el enemigo quiere usar la aprobación humana o la aprobación de la carne para tentarte. Hazlo todo en el Espíritu de Amor y todo se cumplirá para nuestra gloria. ¿Entiendes, hijo mío?"
Sí, madre, buscar primero el reino de Dios y vivir en el Espíritu, no en la carne ni en la aprobación de la carne'.
"Hijo mío, tu corazón fue hecho para el espíritu y la vida en el Espíritu. No temas, sino deja que el amor te consuma".