Ven, Espíritu Santo, y consume mi corazón con tu amor. Concédeme tu sabiduría y tu paz en todas las cosas para tu gloria. Y que tu luz renueve la faz de la tierra.
Porque en el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. A través de él, todas las cosas llegaron a ser. Sin él, nada existía. Y lo que existía era la vida.
Y esta luz se convirtió en la luz de la raza humana. La luz brilla en las tinieblas. Y las tinieblas no tienen poder sobre la luz de la Cruz. Las tinieblas no tienen poder sobre nosotros, que somos hijos de Dios.
Ven ahora, ven y deja que tu luz brille desde mi interior para guiarme en tu misericordia y tu esperanza'.
"Hijo mío, déjame guiarte en este día. Quédate quieto y sabe que yo soy Dios. Y te prosperaré en mi amor y en mis bendiciones a través del santo poder de mi Cruz.
Sí, hijo mío, estate en paz y recibe mi paz para los necesitados.
Sí, entrega tu corazón a la gloria de mi luz".
Espíritu Santo, concédeme tu sabiduría cuando no sepa qué hacer. Guíame a través de tu amor. Concédeme tu discernimiento y la inteligencia para ver lo que yo no puedo ver, para ser compasivo y amable con los demás que están necesitados.'
"Deja que tu corazón cante mi misericordia. Cree que al seguirnos, cuidaremos de ti. Te sostendremos. Seremos tu fuerza. Y sabrás que yo, el Padre y el Hijo viviremos en ti. Tu corazón estará unido a nuestros corazones. Porque nosotros, la Santísima Trinidad, los tres en un Dios unido en el amor, estaremos contigo. Y verás la santa gloria de la salida de la Cruz en la noche para anunciar la segunda venida de tu Salvador".
Ahora vuelvo a tener una visión del Espíritu Santo en forma de niebla.
Dice, "Toma mi mano y concéntrate sólo en la gloria y la esperanza de Dios. No centres tu corazón en el mundo. Sino en servir a la gloria de Dios, nosotros, tu Dios, los tres en uno".
Puedo sentir su mano. La niebla es ligera pero sólida.
Consumir y ser consumido en el amor por quienes le reciben y le abren su corazón. Él es gentil. Sí, es dulce. Es nuestro consolador. Te amo, Espíritu mío, santo, verdadero y divino, y que seas glorificado. Ven y acógeme cada día en tu corazón".