El Salmo 121 dice: "Alzo mis ojos a los montes. ¿De dónde viene mi ayuda? Mi ayuda viene del Señor, creador del cielo y de la tierra".
Señor mío, tú eres mi ayuda y mi salvación. Te pido que me guíes en este día, en tu misericordia, en ti y en la humildad. Que me someta a tu voluntad por la gloria de tus hijos y por tu gloria eterna, Padre querido.
Tómame entre tus brazos de misericordia y abrázame, pues no puedo caminar solo, ni tengo fuerzas. Tú eres mi fuerza, Señor y Dios mío. Guíame como deseas en la santidad purificadora de tu misericordia. Te amo, Padre. Y rezo para hacer tu voluntad.
San Miguel Arcángel, defiéndeme en este día de batalla. San Gabriel, ayúdame a recibir y evangelizar la Palabra de Dios y San Rafael por la restauración de mi casa y mi familia. Cada día, sed mis salvaguardas, oh santos Arcángeles, contra la maldad y las burlas del demonio. Id delante de mí y haced que mi misión sea un éxito. Eliminad todas las barreras que bloquean la voluntad de Dios.
Y vosotros, oh príncipes del ejército celestial, arrojad al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos que merodean por el mundo, buscando la ruina de todas las almas'.