"Estoy contigo, hijo mío. Permíteme consumirte con mi amor".
Ahora tengo una visión de Jesús. Aparece majestuosamente mientras desciende del cielo con las manos levantadas a los lados y ligeramente hacia arriba, hacia el cielo. Y de su Sagrado Corazón arde fuego. Es un fuego más grande que nunca he visto, más que una llama, y se derrama sobre mí y sobre todo el mundo necesitado de la misericordia de Dios.
'Oh amor celestial, tú eres mi Dios y yo te proclamo en tu misericordia. Tu amor supera todas las cosas, así como tu poder omnipotente las realiza todas. Porque el hombre tiene sus planes, pero tus planes, divinos, son los más grandes de todos y por encima de todos. Tómame como quieras. Te amo".
"Hijo mío, abre tu corazón y permíteme consumirte en mi santo amor. Comprendo y sé que estos últimos meses han sido difíciles y que no estás acostumbrado a moverte o viajar como hasta ahora. Quédate quieto ahora y permíteme llenar tu corazón con mi amor divino".
Oh Jesús, tú eres la fuente de toda luz. Tú eres mi única luz. Lléname como deseas para que tu alegría y tu esperanza sean completas en mí. Te suplico, Señor mío, que no me abandones. En toda debilidad, sé mi fuerza. Toma mi mano y condúceme en la alegría de tu amor eterno. Te lo pido, tómame como deseas y llévame hoy a casa'.
"Descansa ahora, amor mío, descansa en mí".