Nuestro Señor dice, "Mi querido hijo, te he llamado a estos campos de trigo, dorados y verdaderos, desde mi corazón, en medio de este bosque brillante, verde y audaz y luminoso, con el sol tan azul y magnífico en las gracias de mi Padre.

Te amo y estoy siempre presente contigo. Deseo que veáis como yo veo y oigáis como yo oigo. Por eso, abre tus ojos y el corazón de tu alma al corazón de mis palabras para mis hijos. Porque deseo llamarlos a la paz y a recibir una gran esperanza en mí, su Salvador.

Mi llamada es una llamada de amor y de una gran cosecha que deseo producir en sus corazones de fe, esperanza y amor diariamente.

Yo estoy contigo y permítele a tu corazón cantar una nueva canción de amor por mis hijos".