Nuestra Señora, tan bella y amable, sigue apareciendo vestida de blanco como la Inmaculada Concepción y Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, llevando todavía el ramo de rosas de color rosa vibrante, rosas de alegría, esperanza y amor. En la visión, Ella asciende sobre el edificio de la Capital de los Estados Unidos de América, que en la visión parece estar hecho de mármol blanco puro, tan blanco que parece algo luminoso contra el cielo despejado.

Nuestra Señora dice ahora en su mensaje para los Estados Unidos y el mundo, "Mi hijo, mi hijo, Jesús, se entregó a sí mismo como sacrificio eterno de amor y misericordia. En su pasión por la redención del mundo, por el perdón de los pecados, y por su resurrección de vida, para que toda vida reciba el don de la salvación. Para que los hijos de Dios puedan elegir amarlo como su Salvador y recibir su misericordia que siempre redimirá y traerá esperanza para renovar la vida del alma. Y para renovar la vida, el Espíritu de Vida dentro de su país.

Ahora tienes un nuevo presidente elegido por Dios, salvado por la misericordia de su santa mano, para ser un instrumento de paz y esperanza para este mundo necesitado de esperanza al vivir en la oscuridad, no en la luz, por aquellos que no eligen la luz.

Reza por la paz. Rezad por la redención de vuestro país a los ojos de Dios, para que su voluntad y su obra se cumplan para unirnos en el amor de Dios por todo lo que es bueno. He venido a traer bendiciones a vuestro país.

Sí, la alegría de las gracias del cielo, para llevar la luz del amor de mi hijo a vuestros corazones y a los corazones de todos mis hijos del mundo entero. Y deciros: poned toda vuestra fe en Dios, confiando en Aquel por cuya mano vuestra patria fue formada para ser fuerza y delicia del mundo.

Es mi hijo quien realiza todas las cosas por su gracia. Que la gloria de la luz del cielo brille sobre la tierra y sobre tu país. En el nombre del amor de mi hijo, Jesús, y de su sacrificio que redime".