El sol rosado mueve el agua con la luz de la noche mientras ondula, pareciendo entonar canciones de alegría para el corazón de toda la creación. Las ondas son agudas y rápidas, moviéndose con la marea, y puedo sentir la gloria de Dios, la gloria del Espíritu Santo, asentándose en la noche y dentro de unas horas un nuevo día para los cielos y toda la tierra pronuncia la gloria de Dios. Y estoy agradecido de estar aquí en este momento donde el amor mueve el cielo cuando elegimos ver la belleza de aquel que es amor en toda la creación.

Yo no soy nada sin él y su Espíritu moviéndose a través de mí en este día eterno donde me regocijo para dar gracias por la familia, una comida graciosa juntos, para sentarse unidos unos con otros en la fe y la canción eterna del amor de Dios es para siempre.

Nuestro Padre dice ahora, "Hijo mío, no te inquietes ni te preocupes por el mañana, porque hoy te daré descanso en la gloria de mi amor que durará para siempre".

Ahora siento que me hundo en las aguas, una vida, longeva, que se hunde en la entrega y en el saber que cuando me sumerja su aliento será mi vida y mi alma proclamará su gloria.