Ayer por la mañana asistía a la Misa de Navidad del nacimiento eterno de Nuestro Señor, cuando tuve una visión. Mientras el sacerdote consagraba la hostia de Nuestro Señor, el Niño Jesús apareció, con alegría, dentro del corazón del Cuerpo Precioso de la hostia.
Ahora, cuando la visión comienza a repetirse, Nuestra Señora, vestida de blanco como la Inmaculada Concepción, aparece de pie detrás del altar, a la derecha del sacerdote. Siempre presente, unida al corazón de su hijo Jesús, que es amor. Su Corazón Inmaculado, expuesto, arde en el fuego de su amor divino.
Y ahora dice, "Hijo mío, alégrate, porque todo es posible en él. Alégrate en el amor de Dios, tu Salvador. Alégrate en su misericordia que permanece para siempre".