Le pedí al Señor, creo ahora que hace dos noches, que me revelara, según su santa voluntad, su llamado y misión para mi vida. Le pregunté si debía volver a hablar en las iglesias aquí en la República Dominicana, en la provincia de Puerto Plata, donde estoy ahora. O si debo seguir guiando en su nombre a las almas que me designe para el cumplimiento de su gloria. Son muchas. Me respondió que puedo hacer ambas cosas. Y comprendí que debía hacerlo, pues el Espíritu Santo estaba haciendo ese llamado en mi corazón.

Agradezco ahora al Señor su misericordia al responderme tan rápidamente. Porque ayer, mientras almorzaba, el Padre Carlos Lolo, como le llamaba Monseñor, me preguntó si tenía algún mensaje o si iba a dar una "charla", que significa conferencia. Yo sabía que era el Señor que me hablaba para sus hijos y dije "sí" inmediatamente.

Será este sábado en la parroquia donde hablé por primera vez aquí en la República Dominicana hace 25 años, donde el Padre Tony es ahora el párroco. Y Lolo está con él.

Entonces, en el mismo almuerzo, el Padre José me preguntó, en ese momento, si volvería con él a más de una hora de distancia para hablar en su parroquia ese mismo día. No pude hacerlo debido a un compromiso previo, pero la puerta quedó abierta. ¿Qué podía haber más importante que hablar en una misa y servir a la Palabra de Dios?

Lo entendió. Sin embargo, ahora me arrepiento. Todo sucedió tan rápido en un momento de conversación.

Señor, eres glorioso más allá de toda creencia. Tómame como deseas. Te pido la virtud de la humildad para servirte e ir adonde tú me guíes. Porque tú lo sabes todo: pasado, presente y futuro, y lo cumples todo según la bondad, la misericordia y el amor de tu santa y divina voluntad. Amén.