En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Nuestro Señor comienza ahora el mensaje a sus hijos:
"Mis queridos, queridos hijos, mis queridos corderitos de la belleza y de la esperanza de la Cruz. Os llamo a cada uno de vosotros a recibir cada día la gloria de mi amor, a ofrecer vuestras vidas a mi corazón y a recibir la paz de mi misericordia pidiéndoos que os arrepintáis. Arrepentíos, mi querido hijo y purificad vuestros corazones para que sanen y se llenen de la luz de mi amorosa misericordia. Yo, vuestro Salvador, el vencedor de la Cruz, Yo, vuestro Salvador de amor, os invito a ofrecer cada día vuestro corazón al pie de la Cruz en la fe y en la oración y a arrepentiros confiando en mi santa misericordia que santifica vuestras almas.
Mis queridos hijos, os amo. Os amo a cada uno de vosotros y conozco el dolor y los sufrimientos de vuestros corazones. Conozco vuestras alegrías, conozco vuestras debilidades y he venido a deciros: arrepentíos, porque yo perdono. Sólo os espero a cada uno en mi misericordia. Tomad mi mano y dejad que cada día os lleve a mis brazos. Arrepentíos, mis queridos hijos, porque la hora está cerca.
Este no es un mensaje de miedo, sino de esperanza y preparación. En mi mensaje del evangelio, dije arrepiéntete o perece. Tenéis que elegir cada día y, en mi amor, deseo que estéis conmigo por toda la eternidad. Mi Padre sigue, en su paciencia, derramando su misericordia sobre el mundo. Pero un día, desconocido para el hombre o para mí mismo, me enviará de regreso. Os invito con alegría a mantener encendidos vuestros faroles como en la parábola de las diez vírgenes. Deseo poseer y consumir vuestros corazones con mi amor. Os amo. Os amo.
Déjame llevarte conmigo al paraíso eterno de mi amor para siempre caminando en el don y el poder de tu fe cada día, siendo obediente a mi santa voluntad y a mi mensaje evangélico de amor. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Déjame conducirte a la vida, por eso te llamo al arrepentimiento y a la conversión.
El enemigo de Dios, Satanás, mi enemigo, Satanás, no desea que te arrepientas. No desea que vengáis a mí. Pero, en mi Segunda Venida, destruiré las tinieblas por toda la eternidad y tendré la victoria de mi luz y de mi amor por el triunfo de mi Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de mi madre. Su corazón triunfará porque mi corazón triunfará. Ella no hace nada al actuar en contra de mi voluntad. Porque ella es la Nueva Eva, perfecta en sus gracias. Y ella desea interceder por cada uno de vuestros corazones. Ella os ama tanto.
Mi corazón está contigo. Y yo digo, ven, ven, arrepiéntete y recíbeme como tu Salvador.
Amén.