"Hijo mío, ven a mí siempre, ven a mí y que la misericordia de mi corazón renueve tus fuerzas descansando en mí".
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Madre, escucha mi oración y mi grito de esperanza, porque todo comienza y termina con el amor de tu hijo, Jesús'.
Ahora tengo una visión de Nuestra Señora sonriendo, apareciéndose ante mí.
"Hijo mío, dame tu corazón. Dale tu corazón a Jesús y recibirás siempre la paz de confiar en su misericordia".
'Señor mío, que siempre busque amarte y confiar en ti'.
"Hijo mío, acércate a mí y yo me acercaré a tu corazón".