"Mi querido hijo, ven a mí, ven entre mis brazos de misericordia en este momento y no permitas que el enemigo te distraiga.
Prepárate para el día y alégrate en todo. Desea preparar tu corazón para cumplir por mí una obra que te es desconocida, pero que yo te revelaré según los deseos de mi corazón y mi santa voluntad."
Sí, Señor mío, iré adonde tú me dejes, y que hoy pueda cumplir tu voluntad por la fuerza del Espíritu Santo que nos une en el amor. Me llama a acoger el corazón de tus hijos.
Te ruego que, si es tu voluntad, hable todavía en la Santa Misa de la Catedral de este día, o que me prepare mejor para la semana siguiente, como ya ha sido aprobado.
Que se haga según tu voluntad, pero lo más importante es que tú lo comprendes todo, lo sabes todo, y yo me encomiendo a hacer lo que tú deseas".
"Hijo mío, alégrate. Alégrate siempre en mis caminos. Alégrate en la gloria de mi amor, que es verdad y misericordia más allá de toda creencia."
Sí, Señor mío, te doy gracias por el don de la vida, el milagro que quisiera este día, para mí y para mi familia, por todas las bendiciones que nos has concedido. Y que la santa y eterna familia me guíe por los caminos de tu misericordia.
Te quiero, te quiero, te quiero'.