JESÚS: Todavía sufro las heridas de mi Cruz por los pecados de la humanidad. Todavía me duelen mucho los pecados cometidos contra mi corazón y el corazón de mi Padre eterno en el amor que tiene a sus hijos.

Pido a todas las almas que vuelvan a mi corazón como el hijo pródigo. Elevad vuestros corazones hacia mí, mis queridos hijos, como nunca antes, para que pueda redimiros y experimentéis la luz de la alegría. Todas las almas que eligen ser perdonadas pueden recibir la alegría de mis bendiciones. Sólo aquellas almas que eligen negarme en el pecado caen de la gracia eterna de mi misericordia, por lo tanto, viven en la oscuridad.

Yo soy la luz del mundo. El que cree en mí nunca vivirá en tinieblas. Llamo a todas las almas a vivir en la alegría de la luz entre mis brazos de gracia, paz y misericordia.

Canta, hija mía, canta a la luz para todas las almas que viven en la oscuridad.

GREGORY: Sí, Señor mío, cantaré a la humildad de vivir según tu voluntad de gracia, de misericordia y de paz. Cantaré por mis hermanos y hermanas que viven en el dolor y la esclavitud de la desesperación, para que vean que hay esperanza en la luz de elegir vivir en la fe.

Mis queridos hermanos y hermanas, dejen que sus corazones se aquieten en la paz de la oración y en la paz de confiar en que Dios cuidará de todas sus necesidades. Él es un Padre bueno y siempre dará lo mejor para vuestras almas. Rezo para que la luz redentora de Jesús os conduzca al pie de la Cruz, donde la Preciosa Sangre de su Sagrado Corazón se derrama sobre todas las almas, para que podamos ser bañados en la pureza de su amor y de su misericordia.

Siempre que sintáis más miedo, quedaos quietos en la esperanza de la oración, en la oración viva de cada día para que, en el silencio de vuestros corazones, Dios os hable de la manera más profunda, colmando vuestras almas de gracias conocidas y desconocidas.

Que la paz de Jesús descanse en vuestras almas, vosotros que lloráis como yo he llorado, vosotros que os desesperáis como yo me he desesperado y buscáis la verdadera esperanza. Que busquéis la alegría de vivir en vuestras penas y encontréis la paz en la misericordia de Dios para ser un ejemplo radiante de su amor por los demás. Que la luz de Jesús brille en vuestros corazones de paz verdadera. Amén.

Sí y querido H., has estado en mis pensamientos y oraciones estos últimos días. Espero que todo vaya bien y rezo para que la paz de Dios esté contigo. Si no sientes su paz, arrodíllate ante Él en oración, permitiendo que su luz te llene diariamente recibiendo la Sagrada Comunión. El restaura y sana en el alma todo lo que uno pueda necesitar a través del sacrificio de su amor para estar en comunión viva con nuestras almas.

Y a D., hace bastante tiempo que no hablamos. Que la paz de Dios nuestro Padre te cobije de todas las tempestades y que su misericordia rocíe tu alma con gemas del cielo para ungirte con una confianza más profunda en Él, que es lo que todos buscamos en la fe.

Amén.