Domingo de Pascua

Jesús aparece ahora ante mí con las manos extendidas desde su costado hacia el cielo.

Y ahora dice, "Mi querido hijo, yo soy la alegría de tu Cristo resucitado. Yo soy el que me ofrecí por el perdón eterno de los pecados en mi misericordia.

Sí, hijo mío, me presento ahora ante ti como tu Cristo resucitado de amor para decirte que estoy presente para todos mis hijos. Soy su Rey y su Salvador, y estoy esperando que cada uno de ellos venga a mí en mi santo amor, para abrazarlos y decirles: arrepiéntete y permíteme perdonarte, para que un día pueda llevarte al cielo conmigo por la pureza de tu corazón al amarme.

Sí, con las manos levantadas al cielo y los brazos abiertos, deseo abrazar al mundo entero en la belleza de mi misericordia. Que vuestros corazones se alegren, hijos míos, y que busquéis vuestra paz en mí, vuestro Salvador, para amar a todos, para perdonar a todos como yo os amo y como yo os perdono. Mi misericordia es grande y mi esperanza para vuestro corazón es eterna".

Señor mío, tantas almas necesitan tu misericordia y se pierden sin buscar la luz y sin volver su corazón hacia ti'.

"Hijo mío, como tu Buen Pastor, siempre perdono a mis hijos pródigos y siempre los llamaré hasta el día de mi Segunda Venida, para decirles arrepiéntanse, porque la hora está cerca y mi corazón clama por sus corazones para que reciban mi misericordia y mi amor que siempre los redimirá."