'Oh luz santa y eterna que ahora estás conmigo y siempre has estado conmigo. Tú que no tuviste principio ni fin. Mi luz eterna, y amor, que me llamas en la belleza de la oscuridad de la noche, para recibir tu misericordia y renovar mi alma con la paz.

Sí, oh santo y eterno amor, te pido por los muchos que no te tienen, que no conocen la verdadera bondad de tu misericordia, que pueda decir por ellos no puedo existir sin ti. No podemos existir sin ti. Que me concedas el don de abrir los ojos para ver mi amor, como tú lo ves, como tú me guías para tu gloria y para tu amor.

Oh santa y eterna luz, acógeme en tu misericordia y guíame por el camino para ser instrumento de tu paz. Oh Señor mío y Salvador mío, que la luz me acompañe. Penetra y consume las profundidades de mi alma, y concédeme tu fuerza y fortaleza, pues todo procede de ti. Oh, mi amor eterno, para mis hermanos y mis hermanas, que yo sea siempre el dulce sonido de tu voz que alivia el alma en tu compasiva misericordia y trae la calma en las tormentas de la vida. Oh amor mío, tú eres todas las cosas, pues tú lo eres todo. Guíame como quieras'.

Nuestro Señor dice, "Mi querido hijo, Yo, tu Señor de la noche y del día, Yo, tu Señor, que mueve los vientos te moveré como yo quiera. Cantaré contigo porque seré tu canción y que la obediencia sea tu luz".

Señor mío, concédeme las gracias necesarias en tu amor para llevarme a nuevas alturas de verdad. Ayúdame a ver como Tú ves, a amar como Tú amas, a dar como Tú das'.

Jesús dice, "Hija mía, no temas, no temas y que el poder de la misericordia de mi Cruz te conduzca a la luz. Escucha mi corazón y construye de nuevo, porque el amor está esperando en todo para cumplir todas las cosas en la grandeza de mi misericordia.

Descansa ahora, mi pequeño amor y cordero, descansa ahora. Te amo y siempre estoy contigo".