"Hijo mío, alégrate, ve y mira todo lo que he creado.

Sí, id a ver los corazones de mis hijos y servidles en mi amor. Te hablaré en estos próximos días, para que no sólo te eleve en las aguas de mi misericordia donde tienes sed de mi amor, sino que te ungiré con el poder de mi Espíritu. Y os prepararé un camino para que vayáis y cantéis con esperanza.

Sí, hijo mío, no te dejes atar por el miedo al enemigo. No es real. Es una ilusión para destruir tu fe al caminar en mí.

Sí, hijo mío, camina en la gloria de mi amor y te llevaré a nuevas alturas para mi mayor gloria".

Señor mío, en 2 Corintios 3, Pablo dice: Pero todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, justicia por el Espíritu del Señor. Oh Señor mío, tómame, lléname de tu Espíritu en la gloria de tu amor'.

"Sí, hijo mío, permíteme purificar tu corazón, santificarte en mi Espíritu. Y hay almas y amigos que están necesitados, para que los busques en mi amor".

Sí, mi Señor.

"Hijo mío, no permitas que el enemigo te aísle. Tienes un Espíritu de alegría dentro de ti, es mi Espíritu. Así que ve y no tengas miedo. Dales mi amor. Sí, dales mi amor.

Sí, hijo mío, ve y no temas. Te he dado todo lo que necesitas".